En el invierno del 2000 salí de México en un viaje que me llevó a vivir y viajar en diferentes países de Latinoamérica, durante mas de seis años estuve fuera de México, es hasta después de este tiempo que regreso al estado de Baja California, lugar donde crecí y me encuentro a mi mismo “re-conociendo” lugares comunes y situaciones comunes que nunca antes tomé en cuenta. En la frontera de México con Estados Unidos vivimos en una mezcla entre lo que debería ser y no ser, en esta mezcla de automóviles “del año”, lujosos Hummers estacionados frente a casas similares a cualquier favela de Latinoamérica, acá la paradoja y lo crudo de “comer adelante de los pobres” cobra vida constantemente. Con este proyecto pretendo examinar las peculiaridades y lo complejo de la cultura que se vive aquí en la frontera evidentemente dominada por el consumismo, donde lo importante parece ser “tener” pues en esta sociedad quien no “tiene” (ropa de marca, TV de plasma, DVD, autos, etc.) pareciera carecer de valor.

En toda la franja fronteriza de México existen las llamadas “segundas” sitios apartados y sucios donde se encuentra lo que los “gringos” tiran, lo que desechan y donde los de este lado del mundo, encuentran su pequeña panacea. Ropa de marca (usada); juguetes caros; accesorios ortopédicos; electrodomésticos para cualquier tipo de tarea que implique y signifique “confort” y estatus. Allí se encuentra la miseria de quienes hurgan en lo que otros ya tiraron, ya usaron, ya desecharon. Allí niños y adultos entran en las tiendas “de segunda”, para gente de “segunda”, la gente trata de sentirse dichosa, acceder a un electrodoméstico barato, porque “allá” si se caen y se les rompe la caja no los venden, no los regalan, no los aprovechan, no los donan, los tiran y siguen produciendo toda clase de “objetos perfectos” que son consumidos en una vorágine sin cesar. Pretendiendo ser una herramienta de testimonio y sensibilización social, esta exposición quiere invitar a que nos interroguemos sobre las motivaciones del consumo.