Solemos afirmar que “el Hombre es un animal racional” y nos enorgullecemos de ello, sintiéndonos superiores y más importantes que toda la otra vida que nos rodea. Deberíamos velar por el bienestar de los animales no humanos, y aceptar que a su manera SUFREN, y que ese dolor es su manera de clamar por ayuda. En lugar de ello los abandonamos cuando nos place. Los golpeamos a nuestro antojo.
Los comercializamos como objetos. Los encerramos sentenciándolos a la soledad más triste. Los matamos brutalmente. Los usamos como esparcimiento. Experimentamos con ellos con fines banales, como en la industria cosmética. LOS CREEMOS NUESTRA PROPIEDAD en lugar de vivir en armonía y sentirnos con la responsabilidad de proteger y defender su vida por el bien de TODOS.
La fotografía me llegó a los 12 años. Me regalan para mi cumpleaños una cámara. Mis padres se harían cargo de comprarme los rollos y revelarlos, por lo cual no me preocupaba gastar disparos. Llenaba álbumes enteros con los animales del hogar y recibía retos por ello. Duró poco. A los 20 años esto yacía olvidado, cuando surgió de mi interior con más fuerza.
