Desde que tengo memoria vivo en edificios, de hecho desde que nací. Mi madre me cuenta que de pequeña me paraba en un taburete, mi cabeza apenas pasaba la barra de la azotea y podía quedar ahí por horas. Actualmente vivo en un cuarto piso y cada tanto me descubro mirando hacia afuera como aquella niña. La mayoría de las veces desde la altura, se mira al horizonte, el paisaje.

Los más osados si no tienen vértigo se animan a mirar hacia abajo. Otros en tanto recuperamos en fotos, -sin la intención del vértigo-, algunos pormenores buscando un orden, uniendo puntos, trazando líneas imaginarias. En cada enfoque, se redibujan los lugares comunes, las cuerdas de ropa, las azoteas y las líneas sobre el asfalto.