El archivo de Dina Pintos contiene más de 40.000 diapositivas. Al enfrentarme a ese inmenso universo, experimenté al mismo tiempo la fascinación y el desconcierto. ¿Cuál camino elegir entre los múltiples posibles? Para nuestra fortuna, Dina mantuvo durante más de 50 años una gran capacidad de organización con relación a su propio archivo. Cada diapositiva se encuentra numerada, y esa numeración registrada en diferentes carpetas, donde al lado del número explicita el contenido de la imagen, a veces de forma más literal, a veces de forma más poética.

A priori sabía que gran parte del contenido correspondía a fotografías de viajes, actividad que desarrolló sin pausa, por diferentes lugares de este mundo. Observando sus anotaciones, también se puede ver que otro gran núcleo responde a fotos familiares, otro a experimentaciones técnicas y a búsquedas expresivas.

En una de esas carpetas —agosto de 1974—, aparece una ida a la feria de Tristán Narvaja. 57 diapositivas, posiblemente el resultado de cargar consigo dos películas. Hacer un recorte siempre implica dejar cosas fuera. Elegir un solo día de más de 50 años de trayectoria al inicio parecía un riesgo. Lo emblemático de la feria de Tristán, el valor testimonial de ese conjunto de imágenes, me fue convenciendo de la relevancia de seleccionar ese conjunto de diapositivas. Me atrevería a decir que todos los que nos hemos aproximado a la fotografía en Montevideo, en algún momento hemos ido a fotografiar ese fantástico paseo dominical.

Ver las fotos realizadas por Dina hace casi 50 años es aproximarse a una feria que ya no es, y al mismo tiempo sigue siendo la misma. A personajes que ya no están, pero que se mantienen representados en otros. Y acercarse a una mirada, que al igual que en sus viajes, un domingo lluvioso, cargó su cámara con película y salió a hacer un pequeño viaje por la feria, con una observación atenta, con la clara intención de registrar ese entorno, sin olvidarse nunca de hacerlo de una forma poética.

Martín Pérez