Espacio Foto

Gabriel García
EGO SUM LUX

EGO SUM LUX

Del 23 de agosto al 30 de setiembre de 2018.

Es mi primera exposición personal, después de 30 años de mirar a través de la cámara. Ya no busco la perfección técnica en blanco y negro ni el asombro ante lo hermético. Ahora es el paisaje de mi experiencia inmediata: 43 fotos sacadas con el iPhone a todo color. Vuelvo a la casa donde aprendí que la fotografía podía ser una manera de decir. Bienvenidos, pasen y vean. G.G.

Gabriel García Martínez nació en Capurro en 1970, el octavo de nueve hermanos. Ésa es su patria. Cuando lo confunden con un gringo y le preguntan: Where are you from? su respuesta es Capurro, “soy de Capurro”. Sus padres se conocieron en la militancia del Partido Demócrata Cristiano, los católicos de izquierda. Él era ingeniero. Ella es psicóloga. La familia era una comunidad de una disciplina férrea, con una división de tareas implacable, escrita sobre una hoja cuadriculada en la puerta de la heladera. Se tejían la propia ropa, arreglaban la casa, desarmaban y volvían a armar la Isetta, hacían conservas. Fue a la escuela pública Nº 47, de Capurro y después al liceo San Francisco de Asís, en Nuevo París. Hizo 5º opción Científica y 6º Arquitectura en el liceo Bauzá, pero ahí decidió dedicarse a la fotografía, en contra de la opinión de sus padres, que no pudieron hacerlo entrar en razón.

Entró al Foto club y se ganó la plata para comprar su primera cámara picando pisos. A los 20 ganó un concurso de fotógrafos jóvenes y eso hizo que lo llamaran de un diario en formación, El Observador Económico, que cambiaría la concepción sobre la fotografía, dándole un protagonismo nuevo, con una generación de fotógrafos jóvenes que aportaron una mirada más personal y profunda sobre la realidad. Ya en esos primeros años estaba claro que García era uno de los buenos. Trabajó en prensa durante 14 años, hasta que entró por concurso al centro de fotografía, donde hoy es responsable de la gestión del archivo histórico. Por alguna razón que él mismo no alcanza a comprender del todo, nunca hizo una muestra individual, a pesar de la insistencia de amigos y colegas. Hace unos meses empezó a mostrarnos una selección de lo que estaba sacando con el iphone: fotos de su vida cotidiana, una especie de cuaderno de bitácora donde registraba sus lugares, sus comidas, sus estados de ánimo, su transcurrir por el mundo. El resultado estaba en las antípodas de lo que había hecho en su carrera de fotógrafo. Siempre fue muy técnico, siempre trabajó en blanco y negro, siempre se dedicó a documentar la realidad. Ahora era todo lo contrario: una cámara de 8 megapíxeles, lente fijo, fotografías a todo color. Ahora es él mismo en primera fila, su ego en el espejo, a plena luz del día. Y una declaración insolente: Ego Sum Lux. Luis Roux.